jueves, 21 de marzo de 2013

LA REALIDAD DEL HOMBRE Y SUS ALREDEDORES


Que el entorno influye en nuestras vidas es algo asumido por todos.
Que nuestros actos tienen sus consecuencias es algo que el hombre sabe desde que se inventó un dios.
Que el dinero lo puede todo es un concepto que pronto pasó a formar parte de nuestra cultura desde que la moneda se convirtió en el centro de la economía mundial, allá casi en los albores de la palabra escrita.
Aún no sabíamos casi hablar con el vecino pero ya sabíamos que su dinero estaría mejor en nuestro bolsillo que en el suyo.
A medida que la humanidad iba creciendo en número y expansión sus colmillos se iban agrandando a la par que sus arcas se llenaban de pequeñas placas de metal redondeadas.
Que esas plaquitas metálicas pueden abrir puertas e incluso tirar paredes es de dominio público.
Pero que sea el motivo de que se te duerma el sueño y no despierte jamás hace poco que soy consciente.
La mente positiva necesita que la soborne el "poderoso caballero" para seguir soñando.
La negatividad de unos bolsillos vacíos está pesando en las horas de los días y provoca parálisis cerebral en mi cabeza.
A veces llueve dinero, pero nunca me gustaron las limosnas; supongo que aunque miserable tengo orgullo para regalar.  Vivir sin las cosas innecesarias ya no es suficiente cuando hay otras muchas de las que no puedo pasar.
Ya no basta con ahorrar en estupideces, hay que empezar a tocar las cosas serias e importantes, o por lo menos las que se creía que lo eran: los sueños.
Hay que poner los pies sobre la tierra y arrodillarse ante la miseria y decirle mientras miras para la punta de sus zapatos: renuncio a mis sueños para que el banco no me quite lo poquísimo que tengo...
Ya estoy cansada de mendigar.