domingo, 29 de enero de 2012

UNA BOMBA CONTRA EL CÁNCER


Ayer vi una noticia en la televisión que me alegró un montón y que espero sea cierta y funcione de verdad.
Investigadores israelís dicen haber desarrollado una técnica con la que acribillar los tumores cancerígenos de forma que su reaparición es prácticamente imposible.
Los profesores Yona Keisari e Itzhak Kelson de la Universidad de Tel Aviv, han desarrollado un nuevo tratamiento contra el cáncer consistente en la implantación de un alambre del tamaño de un alfiler que se inserta directamente en el tumor; este implante radiactivo emite radiación alfa de corto alcance desde dentro del tumor provocando que este "explote".

Yona Keisari
Itzhak Kelson
Una declaración de la universidad citó a Keisari diciendo que, a diferencia de la radioterapia convencional, que bombardea al cuerpo con rayos gamma desde afuera, las partículas alfa "se difunden dentro del tumor".
"El cable está recubierto de átomos que no emiten sólo partículas alfa, sino que también emite átomos "hijos", que a su vez son también emisores alfa. Estas partículas se difunden en el interior del tumor, extendiéndose más y más antes de desintegrarse", explica el profesor Kelson. "Es como una bomba de racimo, en lugar de la detonación en un punto dado, los átomos se dispersan continuamente y emiten partículas alfa a distancias cada vez mayores".
La universidad dijo que el proceso tarda alrededor de 10 días y deja, tras de sí, sólo cantidades de plomo no radiactivo ni tóxico.

"No sólo son destruidas las células cancerosas, sino que, en la mayoría de los casos, el cuerpo desarrolla inmunidad contra la reincidencia del tumor", apuntaba el comunicado de la Universidad.
El implante de alambre, que se inserta en el tumor con una aguja hipodérmica, “se desintegra sin causar daños en el cuerpo", agregaba.
 Continuaba diciendo que, en los ensayos pre-clínicos en ratones, a un grupo se le extirparon quirúrgicamente los tumores, mientras que el otro fue tratado con el alambre radiactivo. "Cuando se reinyectaron células del tumor en los sujetos, el 100% de los tratados quirúrgicamente volvieron a desarrollar su tumor, en comparación con sólo el 50% de los tratados con el alambre radiactivo", decía el comunicado.
 Los investigadores han tenido excelentes resultados con muchos tipos de modelos de cáncer, incluyendo cáncer de pulmón, páncreas, colon, mama y tumores cerebrales.
Agregaba que el procedimiento iniciaría ensayos clínicos en el Hospital Beilinson, cerca de Tel Aviv, "pronto".

Hospital Beilinson de Tel Aviv

En la actualidad, los pacientes de cáncer reciben radiación gamma cuando se someten a radioterapia. A pesar de que las partículas alfa son mucho más eficaces, su alcance es tan corto que no son capaces de penetrar en la piel y, por lo tanto, ineficaces en el tratamiento de radiación convencional. Con este nuevo método, el cable radioactivo supera esas trabas y ataca directamente al tumor.
Según el profesor Keisari, "esto es solo el comienzo de un nuevo campo en el tratamiento contra el cáncer".

Esperemos que este sea el inicio de una victoria contra el cáncer y que para esta lucha no existan fronteras.


miércoles, 25 de enero de 2012

Y EL SUELO NO ERA BLANDO


Cuando mi barrio era un barrio de mala fama los niños jugábamos en la calle, correteábamos por entre los callejones que rodeaban los muros de las casas y llegábamos al final del día sucios, con las uñas negras de toquetearlo todo.
Por aquel entonces no nos pasaba nada, no corríamos ningún peligro. Esto se debía a la existencia de un cuerpo especial de vigilancia que nosotros no conocíamos, pero que existía.
Este cuerpo estaba formado por la élite del barrio, personas perfectamente cualificadas y con un duro entrenamiento a sus espaldas. Digamos que en el momento que una mujer era madre, pasaba a formar parte de este cuerpo.
Apostadas en las ventanas y balcones controlaban a todos los niños del barrio; todas conocían a todos los vástagos nacidos en unos 200 metros a la redonda de sus casas.
Una madre podía dedicar tiempo a sus quehaceres porque las demás lo tenían todo bajo control.
Claro que este muro invisible de seguridad tenía una pega: tenías que ser bueno, sino tu madre se enteraba.
Una de las prácticas que llevaba a cabo el C. M. P. S. (Cuerpo Maternal de Protección y Seguridad)- me lo acabo de inventar, pero mola mogollón- era el de colaborar en el desplazamiento de infantes al extremo opuesto de su hogar; o lo que es lo mismo, ayudar a cruzar la carretera.
La madre en cuestión se colocaba en su torre de vigilancia -ventana o balcón en su defecto- y desde allí, con sus hijos en el borde de la acera, vigilaba que no viniesen coches. En el momento que la carretera estuviese despejada, ella gritaría un "¡cruza!" y los niños llegarían a salvo al otro lado. Brillante, ¿verdad? ¡Y aprendimos a cruzar correctamente!
En mi barrio, cosa que no ocurre hoy en día, teníamos nuestro propio parque. Hoy es un hostal al aire libre sin ningún columpio, eso si, con una estatua de piedra. ¿Cómo se juega con eso?
Por aquel entonces jugábamos en columpios, toboganes, balancines y otros artilugios todos medio oxidados; ¡qué inconscientes! Podríamos haber muerto, o peor aún, podríamos haberlo pasado en grande. Era genial hacer chocar los columpios, el ruido se escuchaba en todo el barrio. 


En invierno el suelo de tierra -si, era de tierra e incluso había piedras - se empapaba con la lluvia y era muy divertido columpiarte por encima de los charcos que se formaban en el agujero que se iba haciendo con los pies de los niños del barrio.
No necesitábamos un suelo blandito, si te caías te raspabas las rodillas, llorabas, un poco de "cromer" y ya estabas para otra. En urgencias no había niños con heridas en las rodillas, se curaban en casa, el C. M. P. S. estaba perféctamente equipado con todo lo necesario para curarte.
En aquellos tiempos no había suelos blanditos, el suelo era de tierra o cemento. Los niños nos hacíamos fuertes a base de caídas y las costras eran el testigo mudo de un gran salto desde el columpio.
Mientras nosotros curtíamos nuestro cuerpo, nuestras madres nos controlaban el tiempo de juego. Cuando este expiraba, un grito desde el balcón bastaba para que nos fuésemos para casa. Ya estaba, era así de simple, tu madre gritaba tu nombre y tú te ibas para casa; no nos daban una perdida al móvil.
Tras despedirte de tus vecinos ya quedabas para el día siguiente. El "WhatsApp" no existía, y si alguno no aparecía se iba en grupo hasta su casa a buscarlo. Incluso había veces que el vecinito en cuestión no podía venir a jugar porque su madre le castigaba; claro las mamás te castigaban si te portabas mal y tu cumplías el castigo.
Aquellos eran tiempos en los que se veían grupos de niños por las calles sacando a pasear su imaginación; unos eran exploradores en busca del último dinosaurio vivo que se escondía en las ruinas de una casa vieja, otros eran un ejército americano -por entonces aún eran héroes- en una misión muy peligrosa cuyo objetivo era alto secreto y los había que, montados en sus bicicletas, perseguían ser los campeones de una carrera a vida o muerte en el circuito más peligroso. 
Si, entonces los niños jugábamos en la calle y no nos pasaba nada; bueno algún hematoma que otro si que nos llevábamos para casa, pero eran los daños colaterales por jugar a la pelota, las guerras o caer de la bici. 
Lo bueno de esos daños colaterales eran los mimos que luego recibíamos del C. M. P. S.



sábado, 21 de enero de 2012

UN PARÉNTESIS: LAS REBAJAS


Antes de empezar tengo que reconocer una cosa: para ser una mujer tengo una parte de mi que tiende al lado masculino.
Dicho esto he de aclarar otra cosa: soy heterosexual.
Bien, ahora que tenemos las cositas claras, quiero que os imaginéis una escena: una mujer con toda la tarde libre- eso son unas seis horas mas o menos-, con algo de dinero destinado, en principio, para nada necesario, con calzado cómodo, sin llover, en uno de los extremos de la Calle del Príncipe (para los que no lo sepáis esta calle es uno de los centros de tiendas de ropa más importantes de la ciudad de Vigo) y, dato a tener muy en cuenta, en plena época de rebajas de invierno. ¿Qué creéis que va a hacer?


Pues si y no. Claro que va a entrar en todas las tiendas de su gusto para ver que hay de rebajas y, de paso, ver también si cae algo; sino ¿qué hace ahí? Pero no se va a echar toda la tarde, por una sencilla razón: acabará aburrida de ver ropa. En serio.
Vamos a ver, yo soy una mujer y como tal me gusta la ropa, me gusta ir de compras, pero hasta un límite. En serio.
Cuando ya llevo dos horas -que si os paráis a contar son 120 minutos, 7200 segundos; osea la ostia de tiempo- llega un momento en el que entro en las tiendas como una zombi que solo deja deslizar su mano sobre la ropa para notar el tacto tan "suave" y "maravilloso" del polyester. Ya no me quedan fuerzas para más, el calor de los probadores me las ha arrancado de cuajo.
¿De verdad pensáis que después de un buen rato sin circulación en las manos gracias a la presión de las asas de las bolsas voy a poder seguir queriendo más? Otras mujeres si, pero yo no.
He de confesar que, en toda mi vida de compradora en rebajas, nunca he disfrutado de ese ambiente tan relajante que debe de ser el que se respira en el primer día de rebajas. En serio.
Solo una vez pude presenciar desde lejos lo que era ese día. A eso de las 10:15 de la mañana -las tiendas abren a las 10:00- las colas ya rodeaban cada una de las tiendas. ¿Qué le pasa a esa gente? ¿Se esconden entre la ropa y los pliegues de las cortinas de los probadores el día anterior? ¡No lo entiendo!
El caso es que no soy una fanática, incontrolada, compulsiva y enferma de las rebajas. Digamos que mientras mi cuerpo se pasea por entre los montones post apocalípticos de ropa, mi espíritu está sentado con todos los novios y maridos que fuman, entre desesperados y aburridos, en la puerta de las tiendas. ¿Para qué van? Ir para nada es una tontería. Que sus chicas se busquen una amiga y que se distribuyan bien el peso entre ambas; o mejor, que solo compren lo que sus bracitos puedan soportar.
Yo creo que voy de rebajas para integrarme, para tener algo de que hablar con las chicas; es por eso y solo por eso por lo que este año me compré: una chaqueta, una americana, dos camisas, una camiseta, un pantalón, cuatro pares de medias, dos conjuntos de ropa interior, tres pares de bailarinas y un abrigo. Es solo para integrarme, en serio.
A mi qué me importan las rebajas, me dan igual; me es totalmente indiferente encontrar unas bailarinas en mi verde favorito a un precio de escándalo. Solo las compré porque una vez tuve unas muy parecidas que me encantaban; fue por nostalgia.
En serio que fue por nostalgia.
Las rebajas hay que aprovecharlas para comprar esas cosas que te hacen falta; yo necesito jerséis y me compré una camiseta que queda superbonita puesta. Pero bueno, yo uso mucho las camisetas porque en mi trabajo hace mucho calor, así que la voy a usar un montón.
Ya. Ya lo se. ¿Os acordáis de la mujer de la Calle del Príncipe? Bien, pues estaba allí porque tenía toda la intención de pasarse horas de tienda en tienda para llegar a casa reventada, con menos dinero y un montón de bolsas repletas de ropa y zapatos. 
¿Qué esperabais? ¿Qué pasase de las rebajas? ¡Por favor! Si se me iluminaron los ojos cuando volví a encontrarme con la reencarnación de mis difuntas bailarinas verdes. Soy una chica, esas cosas me emocionan. 

miércoles, 11 de enero de 2012

SI, SOY "FRIKI".


Como me lo considero, quiero hacer honor a ello. Uno de los momentos más míticos del cine de ciencia ficción.
 Para todos los que somos "frikis" un hito en la historia del cine.
Señoras y señores: "La guerra de las galaxias: El imperio contraataca".
  





lunes, 2 de enero de 2012

PERSIGUIENDO UNA BELLEZA QUE DUELE


"Hoy me he vuelto a mirar en el espejo y el reflejo no me ha vuelto a gustar. Me he dado cuenta de que aún tengo un culo muy gordo y que mis muslos siguen rodeados de una capa de grasa repugnante.
En una revista he leído que si no bebo durante las comidas, no engordo y he decidido reducir a 800 las calorías que voy a consumir al día. 
Tengo que esforzarme para mejorar mi cuerpo; 54 kilos aún me parecen demasiados. De todos modos, las básculas no dicen la verdad, yo peso muchísimo más.
Hoy me he enfadado con mis padres porque se han empeñado en que le diese un mordisco a un trozo de pan...ahora voy a engordar por su culpa."

Durante mucho tiempo he estado siendo testigo de la hipocresía existente en esta sociedad en torno al concepto de belleza.
Cada día somos testigos de las presiones que desencadenan en agobios a terceros por conseguir una belleza que, muchas veces, no es la más sana.
Numerosas publicaciones se atreven a publicar dietas y trucos, según ellas, infalibles, que te convertirán en una oveja más del rebaño camino del matadero.
Veneramos una falsa belleza que nos meten por los ojos sin apenas darnos cuenta. Comentarios del tipo: "ahora perdió unos kilos y está más guapa", o fotos de famosas en su día a día normal con onomatopeyas que denotan asco solo porque al estar sentadas se les ve un minúsculo michelín en el estómago. Todo esto es el concepto de "belleza" que nos meten por los ojos.
Escoger a una niña de quince años como el futuro de las pasarelas mientras luce unas medidas que asustan y que se lucha por conseguir que no sean el canon, me parece una vergüenza.
Como poner en las portadas de moda mujeres con aspecto de enfermas. Me refiero a la portada  de Vogue Italia en la que aparece una modelo extremadamente delgada bajo el título de "El nuevo cuerpo" y de la que no voy a poner imágenes. He de decir que fue retirada, pero tras la polémica creada en torno a ella ¿no debería de ser evitada esa polémica desde un principio y rechazar la portada antes de su edición? Yo creo que si.
Hace unos años pude ver a una madre desesperada porque su hija se moría. En el programa que la entrevistaron, al rato de terminar de contar su terrible historia, la presentadora nos intentaba vender un producto adelgazante.
Me asusta pensar que se sigue fomentando una sociedad en la que, además de las presiones diarias para continuar para delante, se añada la de escondernos de la comida.
Es triste que, mientras países tercermundistas ven morir a sus hijos por falta de alimento, los nuestros se maten de hambre.
Lo que para unos es una rutina, para otros se convierte en un paso gigante que no están dispuestos a dar. El camino entre el plato y la boca es un abismo al que se niegan a asomarse, ni para ver las vistas.
Su familia se convierte en su enemigo; un contrincante azuzado por la preocupación y la desesperación al ver como la persona que quieren se va matando poco a poco. 
¿Cómo se puede ayudar a estas personas? Cómo hacerlo cuando nos bombardean con su ideal de belleza.
No critico a los que cuidan su aspecto de forma sana, pues creo que el querer verse bien no es un delito, solamente condeno a aquellos que tienen en mente convertir la belleza en una imagen aberrante e insana; una imagen que no es más que el reflejo de la enfermedad.
Seamos sensatos, sentémonos y pensemos en lo que estamos haciendo.


Si queréis información sobre los trastornos alimenticios visitar estas direcciones. Hay mucha gente que ayuda.
http://www.feacab.org/
  http://www.adaner.org/