sábado, 25 de febrero de 2012

DESDE EL TRONO




Con pasos gigantes entró en la sala,
se dirigió al centro y se sentó.
Desde su trono, con sus ropas 
cayendo en cascada,
en silencio observó.
Con los ojos muy atentos y bien abiertos
contempló todo bajo sus pies.
Algo raro ocurría, había algo que no era como antes.
Ya no lo veían,
le daban la espalda,
no le hablaban.
Sorprendido y asustado
alzó su mano y cuatro de sus esbirros
ante sus pies se inclinaron.
"Acudid y luego contarme", les dijo.
Alzando sus largas plumas se dejaron caer planeando.
Horas, días y semanas tardaron.
"Y bien, ¿qué es lo que les ha pasado?"
"Lo siento, señor, se sienten defraudados."
Y reposando su enorme espalda en el respaldo de su trono,
se quedó pensando.

martes, 14 de febrero de 2012

PREPARADOS PARA LA GUERRA


He de reconocer que me encanta el cine épico: esos escenarios a medio destruir, el valor del guerrero antes de enfrentarse al enemigo, el cuerpo a cuerpo en el que gana el más fuerte y mejor combatiente de forma justa en una pelea de tú a tú.
Adoro las frases que se han convertido en un símbolo, en un grito para recoger fuerza y valor del viento.
A continuación os dejo tres momentos grandiosos antes de la batalla. Espero que los disfrutéis.

"El guerrero nº 13"


"Conan, el bárbaro"


"El señor de los anillos. El retorno del rey"



sábado, 4 de febrero de 2012

SER MUJER


Yo me convertí en mujer sobre los ocho o nueve años, creo recordar, y junto con las manchas de sangre llegó una frase de mi madre que en su momento me intimidó mucho, pero que ahora me hace mucha gracia: "a partir de ahora tienes que tener cuidado con los niños". Acojona,¿eh?  Y con esa edad más.
De repente mi mente me empezaba a ver como una bomba hiperfértil que se podía quedar embarazada solo con el aliento de un niño. Os imagináis, yo con una barriga enorme intentado no parir del susto a la hora de hacer un examen en el colegio.
Os aseguro que esa frase retumbó en mi cabeza durante un tiempo; ¡qué efectivas son las madres en las conciencias de sus hijas fértiles!
La primera vez que te viene la regla das el primer paso en un mundo en el que de repente eres una bomba de destrucción: no debes regar las plantas porque se mueren, la nata en tus manos se corta y los bizcochos salen una mierda si los preparas tú.
 Estas teorías pertenecen al imaginario de las leyendas urbanas de la menstruación y sin ellas nuestras abuelas no tendrían en esos días totalmente prohibido bañarse, porque se creía que era malo. ¿Por qué?¡Ahh! Yo aún espero que mi madre me explique por qué es malo tocarse el ombligo.
Me recuerdo perféctamente: sentada en el water, totalmente acojonada y muy atenta, escuchando como las gotitas de mi feminidad caían en el agua. Y ahora ¿qué? Suponía que a partir de ese momento tendría que no bajarme las bragas más para así evitar ir dejando un reguero de sangre,cual caracol herido de muerte. 
Se que la imagen es poco decorosa, pero en mi cabeza de niña lo veía así. ¿Cómo ver sino la sangre? Al fin y al cabo cuando sangras es porque no pasa nada bueno.
Una vez asumida la naturaleza femenina y el empezar a notarme rara -recordemos que a partir de ahora tenía que evitar al sexo opuesto- llega el primer contacto con el maravilloso mundo compresa.
¡Ay! Si a dios le viniese la regla y tuviese que llevar un seudo-pañal en sus partes estoy segura de que el ser humano se reproduciría por huevos. 
Dentro de la amplísima gama de compresas que existen hoy en el mercado, yo me fui a topar con la cosa más incómoda en mi primera experiencia menstrual. Después de haber aprendido a usar el baño debidamente una no cree que pueda volver a revivir esa sensación de culito mojado más en su vida. Con la llegada de la regla vuelves a tener capas de celulosa entre tus piernas que te hacen entender la frase "culito irritado" y ser compasiva con los bebés que tienen, los pobres, que cargar con sus pañales mojados durante horas.
Con solo unos minutos con una compresa sientes la enorme necesidad de buscar un 
bidé donde poder refrescarte y volver a sentirte limpia.
También descubres que a esas cosas les pasa algo; o sino, ¿por qué están tan bien estiraditas en sus bolsitas de colores y segundos después de pegarlas a tus bragas se arrugan formando un churro imposible de recolocar?
Pero como dios siempre aprieta, pero no ahoga, inventó, en su enorme benevolencia, el tampón.
¡Ay, el tampón! Ese churro con cola que te metes por... y la vida es otra. Si antes tenías que cambiar de compresa, controlar que no desbordase y te manchase la ropa interior y, en ocasiones, exterior también y curarte las posibles rozaduras, con el tampón tienes que cambiarte de bragas porque al mear ese cordoncito tan útil se moja de pis.
Llegados a este punto es cuando crees en la existencia de dios y tienes fe en él. Es entonces cuando crea los "salvaslips", que te salvan las bragas y tú te cagas en toda la industria de la higiene íntima femenina por hacerte volver a usar compresas. ¡Ay no!, que esto es diferente, son más finas. ¡Gracias!
Ahora que alguien me explique: ¿cómo narices no vamos a estar raras en "esos días"? 
Sabemos que ya somos mujeres completas preparadas para tener hijos, pero en cambio nos sentimos como bebés con pañales.
Somos atractivas para el sexo opuesto, pero el llevar la mentruación a cuestas nos hace perder las ganas de desnudarnos.
No se, yo creo que lo que mejor puede explicar cómo nos sentimos es la siguiente canción; la única que conozco dedicada a la mentruación. La única que hace de la regla una poesía.