viernes, 26 de julio de 2013

CATARSIS DE UN ENFADO


Ya hace un año que las cosas cambiaron y durante el que estoy viviendo días de auto conocimiento, auto control y un sin fin de intentos por conseguir que mi respiración sea normal.
Noche tras noche mi pecho hace presión para evitar la salida y entrada de aire, pero mi cabeza pelea para que haga lo que ella quiere: 
"¡Deja que respire, coño!"
Auto conocimiento y exploración interna y espiritual, que no religiosa, para comprender que estoy enfadada.
Me enfadé en el momento que las ausencias fueron demasiado importantes y numerosas.
Me enfadé en el momento en el que por culpa de ellas mi vida se quedó con huecos.
Me enfadé cuando no encontré con qué rellenar esos huecos.
Me enfadé cuando los puntos de interés de mi mapa desaparecieron y me perdí.
Me enfadé y sigo enfadada.
Ahora soy consciente de la enfermedad que este enfado me provoca, ahora me entero del poder de la mente y del bloqueo que provoca estar enfadado.
Pero aún sigo enfadada.
Suena música con el fin de calmar la mente y no volver tras las huidas y las partidas definitivas. Pero solo dura un rato; luego vuelve el enfado, la sensación de cabos sueltos que se deben atar para no naufragar del todo.
Si, estoy enfadada.
Me enfado cuando pienso en la forma trágica e inhumana en la que te puedes ir para siempre, sin recuerdos y con dolor, viendo fantasmas que nadie mas ve y que tú no puedes ignorar porque los tienes delante de ti.
Me enfado cuando te marchas sin importarte el dolor de los demás y solo un pedestal de barro te mueve.
Me enfado cuando la sinceridad se convierte en arma arrojadiza contra los que te quieren y la indiferencia ante su dolor, la dejadez, la falta de personalidad y la debilidad mental.
Sigue sonando  la música mientras confieso mi enfado y me noto cansada.
Cansada y enfadada.