domingo, 26 de enero de 2014

UNA MIRADA CON EXPERIENCIA


Entre naves gigantes de faenas diversas encuentra un camino por donde estirar las piernas.
Todas las mañanas me lo encuentro y no puedo evitar seguirlo unos segundos con la mirada, el tiempo que me permite una pasada de mi coche.
Camina con la cabeza erguida y la espalda algo encorvada, dolorida por los años, ya no tan recta como de joven.
En qué pensará durante ese paseo. Tal vez en las tierras que antes ocupaban esas vistas industrializadas. 
Alguna de aquellas parcelas eran una de esas particiones que le tocó por herencia. Los años como emigrantes en Argentina que pasaron sus padres habían servido para comprar campos y tener una casa en el pueblo natal de su madre.
"Para los niños", recordó que decían.
Muchos años de cultivo y de lucha contra la naturaleza, cosechas buenas intercaladas con otras nefastas. Y ahora solo había paredes falsas de casas de mentira para trabajar en serie.
Todas las mañanas el mismo recorrido, siguiendo un sendero que a veces se ve modificado para no variar el trazado de la carretera.
A veces lo acompaña una mujer. Apenas hablan durante el paseo, solo ellos conocen de memoria su historia, su vida. 
Las mañanas son del silencio, de los recuerdos.
Ya no se cruzan con los vecinos, ya no se escuchan los buenos días; aquellos que eran sus vecinos vendieron y empezaron otra vida.
Solo ellos permanecen vigilantes.