sábado, 31 de diciembre de 2011


¡FELIZ AÑO NUEVO!


Que paséis una gran noche y que los deseos que pidáis después de la última uva, se cumplan.
¡Un beso enorme a tod@s!

sábado, 24 de diciembre de 2011

EL ESPÍRITU NAVIDEÑO


Pero, ¿qué es el espíritu navideño? ¿Nunca os lo habéis preguntado? Yo lo hice ayer. Simplemente me lo pregunté porque no lo he notado este año; es decir, no noto que sea Navidad.
En estos días he sido testigo, como todos, de las señales que hacen que sepamos que estamos en fiesta. Las colas interminables en "Doña Manolita", la alegría de los demás al tocarle el gordo de Navidad, los precios del marisco, las compras a última hora, "el turrón que siempre vuelve a casa por Navidad", "llevan un año esperando", "¡Feliz Navidad!", el ya venido a menos anuncio de "Freixenet", el famoso de turno que acompaña al "Corte Inglés" en su campaña y un larguísimo etcétera que es lo mismo de todos los años.
Pero yo sigo sin notar que es Navidad, y tengo el árbol en casa, el belén e incluso un Papá Noel muy simpático sentado en el pasillo. Supongo que ahora estas fechas son rutina. 
Estaba yo en esta reflexión ayer cuando escuché una frase que me encantó: "la Navidad la hacen las personas". Es bonita ¿verdad? Y además, es cierto.
Sabes que es Navidad cuando tienes que compartir la mesa con gente que casi no ves el resto del año.
Cuando te das cuenta de que en tu barrio es complicado aparcar porque hay coches de fuera que lo llenan; son familiares de tus vecinos que vienen de visita.
Eres consciente de que es fiesta porque al ir paseando por la calle te llegan los aromas deliciosos de los menús de cada casa.
La gente camina apurada porque, antes de ir a casa de mamá, tienen que pasar por la pastelería para recoger la tarta que encargaron: una selva negra, porque a la abuela y a los niños les encanta el chocolate.
Porque has estado días buscando ese regalo perfecto y ahora, con todos reunidos y nerviosos, esperas a que el pequeño de la casa reparta cada uno de ellos y, por qué no, que ayude a desenvolverlos, aunque por culpa de eso te acuestes más tarde.
Tienes que cenar con gente que no te apetece, pero merece la pena para ver feliz a alguien que quieres.
Te pones triste al echar un vistazo y comprobar que hay una silla vacía y que ya ha pasado otro año más. Eres consciente del paso del tiempo y te preparas para el nuevo año, porque hay que seguir viviendo.
Es Navidad porque tienes que recibir un año nuevo tras minutos de nervios y risas, con la boca llena de uvas que te aplastan los besos de los que quieres.
Supongo que el resultado de la unión de todas esas cosas es lo que se ha llamado espíritu navideño. Pero a mi me gustaría que ese nombre cambiase, que el eslogan fuese otro. "LA NAVIDAD LA HACEN LAS PERSONAS", me parece perfecto.
Y, ¿a vosotros?


viernes, 16 de diciembre de 2011

LAS COSAS TARDAN EN CAMBIAR


El pasado sábado por la noche 64 jóvenes fueron arrestados en la provincia indonesia de Aceh, al norte de la Isla de Sumatra. Acudían a un concierto benéfico que se celebraba en el parque Taman Budaya de Banda Aceh.
En un principio la noticia no tiene mucha relevancia, pues son muchos los jóvenes que acuden a conciertos.
El caso es que se trataba de un grupo de jóvenes "punk", cuya estética parece no agradar en Aceh. Es precisamente por su estética por lo que son noticia, puesto que por ella fueron arrestados y enviados a una escuela de policía para ser reeducados y rehabilitada su moral.
Antes de este traslado, la policía islámica de la provincia les rapó el pelo, puesto que sus peinados causaban desorden público.




"Habrá una ceremonia tradicional. Primero les cortaremos el pelo. Luego los bañaremos en una piscina.Les daremos una lección". Dijo el inspector jefe de la policía, Iskandar Hasan.




"Les cambiaremos la ropa tan desagradable por ropa más bonita. Les daremos jabón, cepillos y pasta de dientes, sandalias y el equipo para rezar", continuó añadiendo Iskandar.
Estos jóvenes pasarán diez días en la escuela recibiendo lecciones de religión. "Después de recibir estas guías esperamos que puedan vivir una vida normal", dijo el teniente de alcalde de Banda Aceh, Illiza Sa´aduddin Djamal. "Las comunidades "punk" no deben existir en Aceh porque aquí la gente está comprometida con el cumplimiento de la ley islámica", añadió.




A principios de mes, otros 25 jóvenes "punk" fueron arrestados por considerar que su estética iba en contra de la ley islámica. 
El gobierno indonesio aprobó, tras tres décadas de conflicto, un estatuto especial para Aceh que autoriza a esta provincia a aplicar el código penal coránico. Este lleva a cabo, entre otras cosas, la lapidación en casos de adulterio y latigazos en público a aquellos que hayan mantenido relaciones sexuales antes del matrimonio. 
Estas acciones fueron criticadas por la Coalición pro Derechos Humanos de Aceh, que las calificó como violentas e ilegales.


Para finalizar este post, quiero haceros llegar una frase, cuyo dueño arrasó con todo lo que tocó, dejando una huella imborrable que avergüenza al ser humano: 


"Creo hoy que estoy actuando de acuerdo con el Creador Todopoderoso. Al repeler a los judíos estoy luchando por el trabajo del Señor".


Estas palabras fueron pronunciadas por Adolf Hitler, uno de los mayores genocidas de la Historia; según sus palabras, él también lo hacía por Dios.
Ninguna religión o creencia es mejor que otra, pero todas llevadas al extremo pueden ser destructivas.




miércoles, 14 de diciembre de 2011

OPERACIÓN: "LOS REGALOS"



"Ya vienen los reyes, cargados de regalos..." ¡Y una mierda! En mi casa esos señores no ponían ni un solo pié dentro; claro que nunca les dejamos galletas ni nada para sus camellos...¡Oh no!
Bueno, pero lo interesante de la Navidad en mi casa eran las operaciones tácticamente perfectas y profundamente estudiadas que se llevaban a cabo para encontrar los regalos.
Lo primero que tiene que quedar claro en esta historia es que: la misión prevalecía sobre nuestra integridad. Esto es sobre el riesgo de que nuestros padres nos pillasen. Resumiendo: la misión es la misión.
Al mando de tal campaña solo podía estar una persona valiente, con arrojo, con una maña especial para sacar el celofán del papel de regalo sin romperlo y a la vez ser portadora de un súper oído capaz de identificar el contenido de un paquete con solo agitarlo.
Esa era mi hermana. Un retaco delgaducho, cuatro años mayor que yo, con mucho nervio en el cuerpo y con un ansia tan grande que no le permitía esperar a Navidad para ver los regalos.
Todo héroe necesita de un ayudante, alguien que guarde las espaldas de su compañero, que tenga calma ante las adversidades y que sepa guardan muy bien un secreto. Y aquí es donde entraba yo; una niña regordecha, cagona y que debía controlar dos cosas: que mis padres no nos pillasen y que "la heroína" no se cayese del armario.
En toda misión siempre existe un alto mando, que no va a la guerra, pero disfruta del botín. Sin lugar a dudas este era mi hermano. Un año mayor que mi hermana, sabía lo que hacíamos, no participaba y se llevaba la información; pero no se iba de la lengua, al fin y al cabo "la misión es la misión".
La táctica, cien por cien militar, consistía en...a ver cómo lo explico para que todos lo entendáis...cuando papá y mamá se iban de casa, mi hermana, sin previo aviso, se arrojaba como una desequilibrada a buscar los regalos por todos los rincones posibles de la casa. Si, creo que así os podéis hacer una idea de la operación.
Yo claro, qué podía hacer ante esa situación. Lo que hubiese hecho cualquiera en mi lugar; ir a ver si mi hermana encontraba alguno de mis regalos.
Las escenas más grotescas de la misión se podían ver en el "laberinto de los guardianes del botín" ( laberinto = habitación, guardianes = mis padres, botín = regalos, era para darle más sensación de superproducción). Al entrar en ella una vez, me encontré a mi hermana subida a la mesa de noche, con las manos sujetas a la parte de arriba del armario y con una pierna haciendo amago de intentar trepar por el mueble.
Y otra vez pregunto:¿qué se hace en esa situación? Pues nada, agudizar el oído para controlar si los pájaros vuelven al nido y esperar. ¡Esperar a ver el tamaño del siguiente paquete que encontraría mi hermana! Creo que junto con lo de esperar en la cola a que Doña Elvira me corrigiese los deberes, estos eran los momento de más tensión de mi infancia.
Si montábamos todo esto por los regalos de Navidad, no me quiero ni imaginar lo que haríamos por los de Reyes, ¡que son tres y con camellos! Ahora que caigo, ¡qué cabrones! Son más listos que Papá Noel...¡¿cuántos regalos aún hay escondidos en mi casa?!    

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

martes, 29 de noviembre de 2011

POR OBRA Y GRACIA DE DOÑA ELVIRA


Si hay algo que nos marca cuando somos pequeños, aparte de las patadas de tus hermanos, son los profesores que intentan, con toda la paciencia del mundo, llenar nuestras cabezas con conocimientos. Sustituir toda la saga de Dragon Ball con sabiduría  es una tarea ardua y complicada.
Las frases que utilicen para que crezcas en la vida pueden suponer tres cosas: eco, un apodo que marque su vida como docente o un cambio en la tuya como estudiante.
Pues bien, para mi, sin lugar a dudas, la profesora que cambió mi vida fue Doña Elvira.
Hasta que la conocí, todo mi mundo escolar giraba en torno a entretenerme con mis compañeritos de clase: jugaba en el patio del cole, hacía muñecos de plastilina, coloreaba por dentro de las líneas...vamos que era una niña tranquila y que nunca se metía con nadie; bueno excepto con Vanesa, mira que era repelente esa niña. Recuerdo una patada que le di una vez en el patio, durante el recreo...pero este no es el tema.
Todo empezó cuando terminó el bálsamo de paz que era parvularios (un beso Doña Maricarmen, creo que por fin se casó, sino tampoco importa) y puse mis piececitos inocentes en "su aula". Porque era suya. Era la única profesora que tenía aula propia en todo el colegio; un dato bastante significativo y que define el tipo de mujer que era/es.
Llegados a este punto es necesario aclarar como era "su aula". Era, en una sola palabra, perfecta. Y así debía estar hasta el fin de los tiempos.



Para hacer posible la perfección en su entorno, Doña Elvira también debía ser perfecta en su esencia. 
Cada mañana, lo recordaré toda mi vida, una vez que todos sus pupilos estaban correctamente sentados, descolgaba su mandilón, se lo vestía y de uno de los bolsillos, tras introducir una de sus manos dentro, sacaba el cinto, lo desenroscaba haciendo que cayese al vacío y luego se lo colocaba siguiendo un ritual estudiado y meticuloso que le daba la apariencia de una perfecta docente; que lo era.
Como profesora era exquisita. Nos inculcaba el orden: cada alumno tenía sus carpetas para guardar sus ejercicios, ordenados por fecha por supuesto. En un armario, identificado con su número, cada escolar ponía sus artefactos para el estudio y tenía que hacerse cargo de no perder ninguno. 
Desde el principio de curso teníamos asignada una planta que llevábamos nosotros mismos y que debíamos cuidar hasta junio; un claro ejercicio de responsabilidad (¡Qué irresponsables éramos! ¡Descansen en paz los geráneos, rododendros y otros vegetales que pasasen por 1º B.!).
Fomentaba nuestra capacidad de liderazgo, haciendo que hubiese encargados: el de poner la fecha en el encerado, el de ayudarle a regar las plantas, el de ir a buscar algo a algún sitio...eso si, de forma democrática y rotativa, el cargo duraba una semana.
Al volver del recreo nos hacía ir a lavarnos las manos ( para esto también había un encargado por supuesto: el encargado de la toalla) y debíamos subir a clase sin tocar nada, no valla a ser que cogiésemos el ébola o algo peor.
Era brillante. 
Pero si en algo destacaba, era en el lanzamiento de libretas. Para que tal proeza ocurriese tenían que juntarse tres factores: su mala ostia, que la tenía y le sobraba para regalar, un niño nervioso porque lleva tiempo esperando en la cola para que le corrigiesen los ejercicios y unos ejercicios mal hechos, o lo que era peor, mal hechos y sucios.
Si esos factores se unían, una libreta volaba hasta el fondo de la clase. ¡Bravo! ¡Prodigios!¡Un vuelo precioso! Si no fuese porque nos daba miedo, todos los niños hubiésemos levantado un folio con la puntuación
Una de las cosas que más puede desquiciar a una profesora así es que le desordenen su mundo perfecto. Y aquí es donde entro yo.
Recién llegada de preescolar una tenía sus manías: hablaba con mis compañeros de pupitre. ¡Qué maldad! ¡Qué mente tan perversa en un cuerpo tan pequeño!
En la clase perfecta los niños estábamos organizados en grupos de cuatro y estos grupos se colocaban en cuatro mesas que se unían formando un cuadrado. 
 Que movieses una de esas mesas y provocases el caos ( esto es que al desplazar el pupitre, la cruz que formaba la unión de las cuatro mesas dejase de ser una cruz perfecta ) ya era causa para provocar en ella cierto nerviosismo; pues imaginaos, si aún encima, los niños de ese grupo hablan entre si y se distraen, como niños que son...¡Puf! Eso se podría considerar casi un golpe de estado. Y ¿qué se le hace al golpista en estos casos? Se le exilia.
Pues bien, eso es lo que me pasó a mi; me exilió. Me colocó en un pupitre aparte, a unos pasos de mi grupo, suficientes para verlos, pero para no poder hablar con ellos sin que ella se enterase.
Y aquí, en esta situación, es donde pronunció esa frase que me cambió la vida: "si quieres volver con ellos, tienes que estar callada en clase".
Y ocurrió lo inevitable, por obra y gracia de Doña Elvira nació un cocón ( para quienes no lo sepáis, el calificativo de cocón se aplica a la persona que es introvertida, muy introvertida).
A partir de ese momento empecé a estar calladita y a estudiar, solo estudiar. 
Si unimos esta lección de vida a unas gafas de pasta que empecé a usar unos años después, ¿qué tenemos? Una cocón empollona. Y ya sabemos todos que de pequeños la maldad es intrínseca a nuestra persona.
Gracias Doña Elvira, usted hizo de mi vida escolar algo mejor; no tenía muchos amigos ( tres, para ser más exactos), ¡pero saqué unas notazas! 

viernes, 25 de noviembre de 2011

NI MI SANGRE TE PERTENECE


Aunque creas que es así, ni mi sangre te pertenece.
Cada día tus violentas caricias me alejan del sueño que me vendiste. 
Cada hora me arrepiento de haber escuchado tu primer susurro de amor: "me perteneces".
Con cada ramo de rosas se marchita mi juventud y destruyes
 aquel deseo de envejecer a tu lado.
Aunque me la arrebates a golpes, mi vida no te pertenece.


25 de Noviembre, Día  Internacional contra la Violencia de Género.


sábado, 19 de noviembre de 2011

COMO TESTIGO: DIOS


Y llegados a este punto, entre reflexiones políticas que determinarán el futuro de este país, un clásico. Scarlett O´Hara nos regala un juramento que, en estos tiempos de crisis mundial, muchos gritaremos al cielo.
Señores,"Lo que el viento se llevó" .


sábado, 5 de noviembre de 2011

VAMOS PARA MAYORES


El otro día me di cuenta de lo mayor que estoy, y no lo digo por el mañojillo de canas que me está creciendo entre mi pelo (que también, porque ahora me tengo que teñir, ya que las muy cabronas crecen en la parte más alta de la cabeza, justo delante de todo); tampoco me di cuenta al hacerme tía, apesar de que ahora formo parte de la educación de una personita. 
Os va a parecer una tontería, pero me di cuenta, precisamente hablando sobre los síntomas de la vejez con un grupo de chavalas (otro síntoma inequívoco de la falta de juventud, empiezas a llamar niñ@s o chaval@s a todos los que son más jóvenes que tú).
Uno de los síntomas de la vejez, decía yo, es cuando quedas con tus amigos un sábado para salir (ya no empiezas el jueves, eso es para l@s chaval@s) y ya en el local, con la música a tope, te das cuenta de que no es el mejor sitio para hablar con tus colegas. Y ahí está: ¡Ya no quedas para bailar y loquear, quedas para hablar! Esto muchas veces te hace cambiar de círculo de amigos, ya que es ahora cuando los empiezas a conocer mejor. Te das cuenta de que "el Carlos" es un descerebrado, "la Natalia" superficial y que "el Manu" un gilipollas.
Tus conversaciones, porque como ya os dije, ahora las hay, se centran en otras cosas: trabajo, jefe, compañeros de trabajo y lo demás.
Dentro de la categoría de "lo demás" se encuentran: política, pareja, colegas (esto es criticar al que no ha venido ese día a tomar café), familia y otras lindezas.
La categoría de "otras lindezas" me encanta porque aquí se abre un amplio abanico de posibilidades. Una de las mejores opciones dentro de esta categoría es la de: "cuando éramos jóvenes". En ella se incluye comparar tu infancia con la actual. Y esto, mis pequeños padawans (esta palabra también me hace sentir mayor, porque existe en el mundo gente que no conoce su significado; como probablemente alguno de vosotros tampoco lo sepáis, podéis culturizaros aquí ), es el síntoma por excelencia de hacerte mayor porque tú mismo anuncias al mundo que ya no eres joven: "cuando yo era pequeño...".
Con esta frase del diablo comienza una cadena de comentarios y recuerdos que van provocando en tu subconsciente (porque tú no te enteras) esa sensación de que la cosa no va como antes. Ya no te preocupan las mismas cosas, empiezas a valorar otras. Hay partes de tu cuerpo que crujen, hasta ahora pensabas que solo algunas emitian ruidos, pero algunas, no casi todas. Ya no tienes colegas para salir de fiesta, ahora tienes amigos. De repente eres un oráculo y l@s chaval@s te piden consejo. Tienes responsabilidades y un largo etcétera, muuuuy largo.
Pero con la edad vienen otras cosa que merecen la pena: la independencia, por ejemplo. Y con ésto no estoy hablando de que te vas de casa, porque, tal y como está la cosa a día de hoy, ese tema es casi una utopía para muchos; hablo de que ahora piensas por ti mismo. Con los años has ido forjando tu personalidad y eso es muy bueno. Ya sabes qué tipo de vida quieres llevar, quién merece la pena que entre en ella y a quien debes echar a patadas. Aprendes a callar y a gritar cuando es necesario. 
Todo esto te va a servir para que cuando tu sobrino venga junto a ti puedas hablarle desde la experiencia.
Porque que alguien se acerque a ti para pedirte consejo es señal de que has sabido envejecer.

domingo, 30 de octubre de 2011

YO TAMBIÉN JUGUETEO CON LAS LLAVES


Vuelvo a hacer referencia a la película de Will Smith  titulada "Hitch". En esta ocasión para darle la razón; lo siento chicas, pero Alex  Hitches nos conoce bastante bien.


Os la recomiendo; nos reiremos de nosotras mismas, y de ellos.

domingo, 23 de octubre de 2011

Y, A PESAR DE TODO, COMÍAS CHUCHERÍAS


Aquí estoy, en mi casa, muy abrigada, escuchando la lluvia y con un montoncito de pañuelos de papel impregnados por mis mocos. Si, estoy resfriada.
Desde la mesilla, me está llamando un paquete de Donuts de chocolate; creo que su victoria es inminente, ya que la nostalgia se ha puesto de su lado.
Cuando de pequeña conseguía convencer a mi madre de que estaba muy enferma (supongo que el pasarme parte de la noche vomitando también ayudaba a ello), también conseguía otras muchas cosas.
Primero, y muy importante para un niño, no ir al colegio; lo que ya era, con perdón, la ostia. ¿Cuántas madres te dejaban sin clase solo porque estabas enfermo? o ¿a cuántos de vosotros os funcionaba lo de que teníais fiebre? A ninguno. Ellas tienen un termómetro que no falla nunca: la palma de la mano. O, en su defecto, y ya para las más "pros", los labios. Con un beso en la frente saben si te vas a morir o no por la fiebre.
Una vez superada la primera prueba, te toca meterte en cama, no vaya a ser que te coja el frío (tarde, ya me cogió) y te pongas peor.
Y ahí estás tú, en la cama, sola, sin nada que hacer, aburrida, enferma, y sola. ¡Qué mierda! Ya que me quedo en casa podía...podía...podía no aburrirme y no estar sola. Que estoy enferma y no noto empacho de mimos.
Pero no hay problema. En un rato, corre la voz de que la pequeña de la casa está "malita" y por las escaleras sube corriendo mi abuela para ver como de mal estoy; y de paso, empacharme. Literalmente.


Con mi abuela, también entraba en mi habitación la tan vilipendiada bollería industrial. Una caña de chocolate y crema, un triángulo, unos Donuts; cualquiera de ellos era un manjar de dioses que se me ofrecía como cura. Pero se quedaba en la mesilla. Por lo menos hasta después de la sopa de pollo que tu madre te había preparado.
Habías estado vomitando casi toda la noche, la garganta te dolía porque tus amígdalas, bastión por excelencia de tu cuerpo, estaban sitiadas y tú, a pesar de todo, comías chucherías. ¡Con dos cojones! ¿Qué ibas a hacer? ¿Un feo a tu abuela? Esa mujer cuyo sentido arácnido presintió que estabas postrada en una cama, sola, aburrida y con dolor de tripa. ¡Vamos hombre! Ante todo educación.
Con la llegada de la hora de comer, surgía esa frase tantas veces pronunciada por un niño. Mientras todos comían en la cocina, tú seguías sola en la cama. Entonces, forzando tu garganta, gritas: "¡Me aburro!" Pero nadie acude. Lo intentas otra vez: "¡Me aburro!" Y nada. Aunque, parece que alguien se acerca; si, es uno de tus hermanos. Sabía que en el fondo soy para ellos algo más que la enana toca pelotas con la que tienen que cargar de aquí para allá; también soy su fuente de bollería industrial. "La abuela trajo Donuts para los tres" ¡Y una mierda! Los trajo para mi, que para eso estuve echando mis entrañas por el water toda la noche. 
No importa, vivimos juntos, y los resfriados se contagian; ya me cobraré con una caña de chocolate y crema, un triángulo o unos Donuts.
Pero lo mejor de estar enferma era el  poder disfrutar de la televisión en la habitación todo el día (para los más jóvenes, antiguamente, la televisión solo estaba en la cocina y, quienes tenían dos, en el salón también). Claro que, al no tener mando a distancia 
(para los más jóvenes, antiguamente, había televisiones en las que, para cambiar de canal, te tenías que levantar -¡dios mio!- y pulsar con un dedo los botones), terminaban por quitártela para que no dieses el coñazo con un: "¡Mami, me cambias de canal! ¡Me aburro!"
Ahora de mayor ya no te quedas en casa por un resfriado, te vas a trabajar igual y a extender el mal por todos tus compañeros; prestar pañuelos de papel afianza los lazos empresariales. Al llegar a casa no tienes una sopita de pollo, si la quieres te la haces tú. Ya no te hace ilusión ver la tele desde la cama, no es una novedad, ahora es rutina.
Y ningún hermano te roba un Donuts, porque al salir de trabajar no te apetecía ir a la tienda a comprarlos.
Acabo de comerme uno de chocolate pero no me sabía como los de antes, igual tenía que estar en cama, sin nada que hacer, aburrida y sola. Igual  para disfrutar de un resfriado hay que ser pequeña. 

  

miércoles, 19 de octubre de 2011

CAMINAREMOS



Creo que con la imagen poco más hay que decir.
Hoy es un día en el que mucha gente nota una punzada en el corazón: por la batalla ganada, por la estrategia que está siguiendo para ganarla o por la amarga derrota.
Muchas mujeres tienen o tendrán este día muy presente durante el resto de sus vidas; yo, al menos, lo tendré durante el resto de la mía.
Este día nos tiene que servir para tener presente al cáncer y evitar que tenga futuro.
Hay que seguir caminando y enfrentarse con él para, después de una dura batalla, poder decirle a la cara: 
¡ADIÓS!  Y HASTA NUNCA.

A continuación os dejo un enlace que, de manos de la Asociación Española Contra el Cáncer, os llevará a un libro, en el que podréis leer diferentes relatos en torno a esta enfermedad, así como información sobre ella y consejos para afrontarla.

sábado, 15 de octubre de 2011

A ESTAS ALTURAS ESTABA EMPAPADA


Recuerdo que cuando era pequeña, a estas alturas del año, ya estaba aburrida de la lluvia. Los días eran breves porque regalaban sus horas a la noche. En alguna ocasión, las tormentas se sacaban de entre sus rayos y truenos un día festivo y las mamás no llevaban a sus niños al cole porque se resfriarían de hacerlo.
El trayecto que separaba mi casa del colegio era un cúmulo de transeúntes con mochila y paraguas indomables, que sorteaban charcos y goteras con mucha prisa, pero no por entrar en clase; "con lo bien que se estaba en cama mami".
Había un tramo del camino que era el temor de todo aquel que por él  pasaba en días de lluvia. Se trataba de una curva bastante pronunciada donde, en los días de muy mal tiempo, te esperaban dos cosas: un conductor con prisa por llegar y una madre con sus hijos en tensión por ver quien de los dos pasaba primero. 
Con mas nervios que los corredores de fórmula uno en la salida, mamá se ponía delante de sus vástagos y miraba al fondo de la curva; mientras lo hacía, otras madres y sus retoños se apelotonaban tras nosotros y esperaban la señal. Como William Wallace  tras su discurso para levantar el ánimo de sus tropas, mi señora madre grita "¡¡¡¡ahora!!!!!"
y un grupo enloquecido de madres y niños corren por toda la curva. A la derecha ven el enorme charco que les amenaza, mientras siguen pendientes del frente, 
 atentos a la llegada próxima de un conductor. ¡Ahí lo viene!, ¡se acerca! El muy cabrón parece que acelera ante la llamada del montón de agua y los paraguas y mochilas botan con mas fuerza logrando escapar; todos menos Pablito. En el fondo es un afortunado, volverá a casa para cambiarse y quizá se resfríe ganándose unas merecidas vacaciones.


Sobrepasada la primera prueba, siempre quedaba el golpear del viento contra nuestros paraguas. Como una buena capitana de navío, mi madre dirigía  la colocación del artilugio: "ahora sopla de la derecha", "por la izquierda", "el traicionero nos viene por detrás". La coreografía de colores debía ser divertida.
Al paso por las casas llegaba la picaresca y la música. Acompañando el murmullo de las voces a medio despertar, se escuchaba el golpeteo de las gotas de los tejados . Ese golpe sobre el paraguas era tentador. Tanto, que variabas el rumbo solo para que fuera tu paraguas el afortunado.¡Ploc, ploc! Subías un escalón, te pegabas a la pared de una casa, como consecuencia rascabas la fachada con las varillas del paraguas, bronca de tu madre. ¡Qué recuerdos!
Pero lo que, sin lugar a dudas, era el sumun de lo prohibido y, por lo tanto, imposible de evitar: eran los chorros de agua que caían por los canalones de los tejados. Ahí estaban, golpeando la acera, iluminados por un alo de luz celestial cuya música te llamaba. Te llamaba e ibas. Uno tras otro, todos pasábamos por él (jejejejejejeje). Lógicamente, mamá sabía de antemano lo que ibas a hacer, y te dejaba. Eso si, una vez debajo, alargaba su mano y empujaba de ti tirando de la punta del paraguas. Si, sirve para eso; para cortarte el rollo cuando eres pequeño.
Consecuencias: tu mochila se moja porque el tirón la deja a merced de la lluvia, la manga de la gabardina de tu madre se moja porque le cae todo el chorro encima, tropiezas con tus hermanos porque el paraguas te tapa la visión frontal y les mojas sus mochilas con tu paraguas porque eres más bajito que ellos. Pero el chorro no se puede evitar, es sagrado, una cuestión de fe.
Con todo llegábamos al patio del cole, donde comenzaba el cambio de vestuario: botas mojadas por zapatos secos y fríos. Una vez  te despojabas del chubasquero, entrabas en clase dejando una hilera de gotitas a tu paso, te sentabas y ya no te tenías que preocupar de nada de fuera. Por no preocuparte, ni te preocupabas de tu madre. No era necesario; ella enseñó a William Wallace, es capaz de adelantarse a los golpes del viento y sabe de sobra donde están los mejores chorros de agua para divertirse por el camino. No es necesario preocuparse por ella, ya es "mayorcita".


miércoles, 5 de octubre de 2011

CONFIESO QUE ESTOY ENAMORADA


Hoy llegó el momento de tocar el corazón, de alargar los dedos y acariciarlo con toda la intensidad posible.
Lo que toca hoy no es una caterva de declaraciones cursis y tópicas; de ser así, solo rozaríamos el corazón y parecería que estamos dentro de una comedia romántica.
Esto es una declaración de amor. 
No quiero que cunda el pánico, no voy a hablar de mi primer beso y no voy a relatar una historia con matices románticos y final feliz. Voy a hablar del amor de verdad, de mi amor verdadero.
Voy a contaros cómo se puede sentir tanto amor que llega a doler y a enfadar. Cómo un día sientes que amas a una persona cuando te das cuenta de que tienes que aprovechar cada minuto a su lado, antes de que se te vaya, antes de que alo mejor se muera. 
Hablaremos de cómo un silencio, aveces, es la mejor compañía; y que la persona que lo comparte a tu lado, sin romperlo, es esa persona. No entiende que te calles,  pero no grita para formar ruido.
Os contaré que, aunque un niño no sepa hablar puede alegraros el día solo con veros y sonreír. Esa sonrisa será tu salvavidas muchas veces, porque no se borra.
También os diré que un café en el lugar de siempre es la monotonía que necesitas al salir de tu rutina; y que conversaciones sin sentido son señal de inteligencia.
Declaro mi amor a cada una de las personas que aman; suena cursi, anticuado (ya no se hacen estas cosas) y ridículo, pero hoy me apetecía.


sábado, 1 de octubre de 2011

Y AHORA...UN TANGO


Continuando con el baile, hoy toca una de las mejores escenas del musical "Chicago". Espero que la disfrutéis.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

SOLO RECUERDO QUE ME OLVIDO


Tengo un enorme baúl lleno de fotografías. En cada una de ellas aparecen caras y lugares preciosos; la mayoría son felices en el momento que fueron retratados, aunque los hay también tristes.
Cada día que abro ese baúl, una de esas fotografías desaparece, se esfuma, vuela y no la vuelvo a encontrar.
Todos los días voy a mi habitación y lo saco de mi armario para echar un vistazo y pasar lista: veo la foto de mi primera vez en un parque a los tres años, mi comunión, mi boda...
Hoy al volver a ver, como cada día, no encontré la foto de recién nacido de mi hijo. Se que estaba ahí, pero también desapareció, como otras muchas.
No me lo explico, se las lleva el tiempo. Me las roba.



21 de Septiembre, Día Mundial contra el Alzheimer.
Entra en www.bancoderecuerdos.es y dona un recuerdo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

CAÍDA DE LAS GEMELAS

En un día normal se levanta muy temprano para poder tomarse su desayuno con calma; para él es un ritual y se regala una hora, aunque se la tenga que robar al sueño.
Hoy no iba a ser la excepción y ya estaba en pié a las 6:00 de la mañana. Tras una ducha muy rápida, aparece puntual en su cocina para empezar las oraciones del café con leche, tostada, zumo y fruta.
Sobre las 7:30 ya tenía el fresco de la mañana rozándole la cara y la pereza recordándole que hoy no tenía ganas de trabajar; la hace callar, recordando que le debe unas vacaciones a su mujer. Cuando se casaron no tenían ni un centavo para irse de luna de miel y ahora se merecen alejarse de la ciudad unos días.
A las 8:00 llega a su oficina y piensa que tantas plantas siempre le hacen llegar algo justo de tiempo a su despacho, pero no le va a robar ni un minuto a su desayuno.
En la puerta se encuentra con un compañero y tras unos minutos charlando con él, gira el pomo de su puerta y pisa la moqueta de su oficina. Se acerca a su mesa y se sienta para colocar unos papeles en los cajones y ver sus últimos mail.
Tras los primeros pasos monótonos de trabajo, se levanta y se pone de pié ante la ventana; revisa la ciudad, esos puntos minúsculos que ve desde la planta 95 también comenzaron un nuevo día con un buen desayuno y pereza, piensa.
Son ya la 8:46.



El 11 de Septiembre de 2001 la ciudad de Nueva York sufrió una de las mayores tragedias de su historia.
A las 8:46 de la mañana un Boeing 767 de American Airlines se introdujo entre los pisos 93 y 99 de la Torre Norte a 790 kilómetros por hora.
Más tarde, a las 9:03, el vuelo 175 de United impactó entre las plantas 77 y 85 de la Torre Sur, a unos 950 kilómetros por hora.
Los impactos dañaron las torres hasta conseguir su caída; la Torre Sur lo hace a las 9:59 y la Norte a las 10:28.
Las imágenes, retransmitidas para todo el mundo, impactan y hacen que el pánico se apodere de todo el país y el mundo.
En cada hogar se es testigo de los impactos, casi en directo, y se es consciente de la pérdida de miles de vidas.


A pesar de la envergadura de la tragedia, surgieron de entre los escombros supervivientes y héroes. 
Fue un día de dolor, de pérdidas, de llanto y de miedo; para la reflexión y también para el rencor.
El mundo cambió mucho desde entonces.

 HOY HACE DIEZ AÑOS



jueves, 8 de septiembre de 2011

CAMINO


Trazaría un mapa con un camino marcado:
al Norte estaría el odio,
al Sur la compasión,
al Este el fracaso
y al Oeste estaría yo.

Pero mi camino se tuerce,
se complica,
y la gente se pierde:
al Norte van los compasivos;
al Sur los rencorosos;
al Este los afortunados
y en el Oeste estoy yo, tan solo.

Volvería a trazar otro mapa
con dos coordenadas solo.
Sur, para que los que odian, 
se compadezcan de ellos mismos.
Este, para que los que fracasen,
tengan suerte.
Y en ningún punto yo estaría.

Caminé por el mundo,
y al girarme descubrí que mis huellas no eran profundas,
pues ya no existía.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

viernes, 26 de agosto de 2011

A NUESTRA EDAD


 Buscando he encontrado este video clip que había escuchado hace tiempo. Supongo que el cielo cubierto de nuves indecisas entre llover o inclinarse ante el sol me ha empujado hacia él.
A todos nos llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que los años han pasado también para ti. Un momento en el que ya no puedes salir de casa dando un portazo y amenazando con que te vas. Menuda imagen: tú solo, con tu mochila de David "El Gnomo" llena de juguetes y un par de tabletas de chocolate que, sigilosamente, robaste tras alcanzarlas subiéndote a una silla.
No, ya no puedes. Ahora toca llorar por las noches cuando la presión te vence y respirar hondo cuando quieres gritar.
Llegan los días en los que te preguntas qué demonios hiciste mal para merecer eso; repasas preguntas, respuestas, actitudes y decisiones que te pudieran haber arrastrado hasta ese punto. Pero solo recibes silencio de tu conciencia; o, en el mejor de los casos, más preguntas, mil respuestas posibles, actitudes que no ayudan y decisiones que podrías tomar si fueras más valiente.
Porque ese punto es otro, te vuelves cobarde: "debería haber dicho esto", "no debí haber permitido que me dijeran aquello", "no debí haber firmado tan pronto",...lo que yo decía, mil respuestas posibles que te lían más.
Yo también doy gracias por llorar a mi edad, porque es una forma íntima de revelarte ante la vida. Esa vida que te mete puñaladas cuando se le antoja para chocar contra un escudo de valor que debes aprender a forjar.
Esa perra vida que te hace pasar por pruebas duras de las que espera que aprendas algo; así que toma notas en tu cuaderno de apuntes, se rápido y abrevia si es necesario, porque los años pasan rápido.
Esa cutre vida que se ríe de ti liándote la lengua para que no sepas responder a tiempo; debería darse cuenta de que dentro llevas a un gran orador que convencería a la misma vida de que fuera larga y feliz.
¡Llora! ¿por qué no?, y después de llorar, ¡rie! Porque ante las lágrimas también hay que saber reírse. Ármate de valor, viste tu armadura nueva, memoriza tus apuntes y dile a la vida: "A mi edad lloro cuando quiero, no cuando tu me mandas". Y después sigue viviendo.

martes, 26 de julio de 2011

SOBREVIVIR

      "Haz preparativos para cien años y prepárate para morir mañana."                Roberto Canesa, superviviente.


 El 13 de octubre de 1972 un Fairchild F227 de las Fuerzas Armadas Uruguayas, contratado para trasladar a un equipo amateur de rugby y en el que viajaban 45 personas, despegó de Montevideo hacia Santiago de Chile. Noticias de mal tiempo en los Andes obligaron a aterrizar el avión en la pequeña ciudad argentina de Mendoza.
A las 15:30 del día siguiente el piloto realizaría lo que sería su última comunicación con la torre de control de Santiago. 
El avión caería en la cordillera de los Andes, frontera natural entre Chile y Argentina. La mayoría de los ocupantes pereció en el accidente, otros en días posteriores debido a las heridas recibidas, y algunos por un alud de nieve que los sepultó.   
Diez semanas después de la tragedia, cuando ya se habían suspendido todas las operaciones de rescate, un campesino chileno que apacentaba el ganado en un valle situado en las profundidades de los Andes, divisó a dos hombres con un aspecto muy deteriorado. Se trataba de dos de los supervivientes del Fairchild F227. Sus nombres eran Roberto Canesa y Fernando Parrado y acababan de atravesar los Andes con la esperanza de encontrar ayuda para devolver a la vida a sus compañeros.
 
Paez y Parrado se abrazan después de haber sido rescatados de la cordillera, después de más de 70 días de odisea, el 22 de diciembre de 1972.

 La historia de la tragedia se hizo mundialmente conocida a través del libro "Viven", del estadounidense Piers Paul Read, traducido en catorce idiomas, de la película del mismo título, cuyo contenido causó malestar a varios de los supervivientes, y de documentales.

Estos son los dieciséis supervivientes:

José Pedro Algorta, Adolfo Strauch, Roberto Canesa y Alfredo Delgado.

Eduardo Strauch, Daniel Fernández, Roberto Francois y Roy Harley.
Jose Luís Inciarte, Álvaro Mangino, Javier Methol y Carlos Paez Rodríguez.
Fernando Parrado, Ramón Sabella, Antonio Vizintin y Gustabo Zerbino.

Quizá a muchos no os suene esta historia, pero seguro que os suena la parte en la que los supervivientes tuvieron que alimentarse con la carne de los cadáveres de sus compañeros de viaje. Es natural que esto os haga recuperar de vuestros recuerdos tal historia, puesto que solemos quedarnos con los detalles más morbosos de las noticias.
Pero el que yo me acuerde de esta hazaña humana no va por ahí, sino que va por el lado humano y, por qué no, por el animal que nos hace sobrevivir ante cualquier situación "in extremis" en la que nos veamos envueltos.
¿Qué no haríamos por sobrevivir? Seríamos capaces de atravesar los Andes apenas refugiados del frío y sin saber muy bien hacia donde vamos, con tal de poder continuar viviendo.
Seríamos capaces de correr más que nadie, incluso volar, con tal de volver a ver amanecer otro día más.
Seríamos capaces de sacar fuerzas de la nada para soportar días atrapados bajo un rascacielos entero, con tal de continuar respirando.
Incluso seríamos capaces de lastimar para que la rabia que provoca  nuestra herida, de fuerzas a otro para levantarse y continuar caminando en la vida.
Todo lo haríamos sin pensar, con tal de poder continuar diciendo: "estoy vivo."
Ocurren tragedias todos los días, a miles de kilómetros o en tu propia casa. Nadie está libre de una,  pero cada uno contaremos nuestra hazaña para sobrevivir. Atravesaremos volando los Andes con un saco lleno de escombros a nuestras espaldas, mientras el frío nos atraviesa la piel, con la esperanza de que cumpliremos nuestro objetivo: sobrevivir.

Quiero terminar con otra frase de Roberto Canesa. Dice así:
"Cuando parece que todo te encierra y que no hay salida, como en el medio de la cordillera, una puerta siempre se abre. No lo olvides."


Si os interesa la historia de estos hombres os recomiendo la siguiente página:  
www.viven.com.uy 
En ella podréis informaros de toda la experiencia vivida en los Andes, así como ver fotos inéditas y entrevistas en las que los dieciséis supervivientes relatan su lucha para sobrevivir.