jueves, 25 de abril de 2013

CONVERSACIÓN CON EL DIABLO


                                                                           "Escucha hijo mio..."
                                                             Dijo el demonio poniendo su mano sobre mi cabeza.
                                                                                                       "Silencio", Edgar Allan Poe

Aquí os dejo una escena de "Constantine". 
Aunque la película no es de mis favoritas de este género, en esta escena aparece una representación atípica de Lucifer;
lo que hace que merezca la pena recordarla.
Que la disfrutéis.


jueves, 4 de abril de 2013

UN CUENTO: LAS TORRES DE KID


En lo mas alto de la mas alta torre vivía una princesa.
En su mundo feliz hacía y deshacía todo lo que quería; iba a fiestas, a esquiar, a navegar con su velero...
Desde los millones de ventanas que tenía su torre veía pasar los días y los años rodeada del lujo y las comodidades propias de una princesa.
Un día un balón rompió uno de los cristales de sus muchas ventanas y se enamoró.
Él era un príncipe plebeyo, aunque de dinero, soñador, deportista y buen mozo.
Se casaron y se reprodujeron tal y como manda la norma.
Pero el corazón del nuevo principito era inquieto y su mente trabajadora. No dejaba de pensar en todos aquellos que no tenían lo que él y decidió buscar la manera de ayudar a todo aquel que lo necesitase, empezando por él y su familia.
Que si pido un favor por aquí, que si estrecho la mano de este y de aquel otro; que si amontono moneda sobre moneda para construir nuevas torres.
La vida de la familia era maravillosa y plena.
De repente una nube negra asoló la felicidad de nuestros protagonistas y su maravillosa vida empezó a desmoronarse.
El malvado Mail guardaba en su memoria las "pequeñas" meteduras de pata de los dos enamorados y las utilizó para hundirlos.
El "principito" empezó a ser conocido como "Empalmado" y a ella la rebautizaron como Kid.
"Ella no sabe nada", decía él para proteger a su amor.
"¿Cómo no lo va a saber?", preguntaban los incrédulos.
Los meses pasaban y la princesita lloraba en silencio arropada por la reina madre que, entre compra y compra por Londres, siempre encontraba un hueco para consolar a Kid.
Todas las torres que habían levantado los acusaban y los delataban ante los que miraban para otro lado.
"¿Qué haremos ahora?", lloraba la princesa.
"Pues a partir de ahora conduciréis un carruaje de los viejos", sentenció el augusto rey.
Pero no sirvió de nada.
Cada día que pasaba las torres de Kid eran mas altas y mas a la vista estaban; ya no había forma de taparlas.
Sus súbditos se quejaban y los que antes guardaban secretos empezaron a soltarlos al viento.
"¡Qué familia tan desdichada!", se oía ahora en los corrillos.
"¡Por fin ha sido imputada!", celebraban.