jueves, 2 de agosto de 2012

VAMOS A CONTAR MENTIRAS...TRALARÁ!


...Por el mar corre la liebre...por el monte las sardinas, tralará.
Supongo que os sonará esta canción infantil, que alguna vez en un autobús de camino a cualquier sitio cantasteis y que está llena de mentiras como casas.
¿Creéis que mentir está mal? ¿Pensáis que hay que ser muy sincero?
¿Sois de los que decís la verdad pase lo que pase y duela a quien le duela?
¿Os parece sano no mentir nunca?
Pues mi respuesta a todas esas preguntas es: NO.
Pero no me malinterpretéis, no soy una mentirosa que tiene engañado a todo mi entorno contándole milongas y haciéndolos vivir en una mentira. No, no.
Simplemente soy una persona que decide cuando es necesaria la verdad y cuando viene mejor una mentira.
Ese rollo hipersincero de algunas personas en el fondo no es sinceridad; dicen la verdad para colgar su culpa a otro -generalmente a la persona con la que son tan sinceros-.
Por qué creéis que una persona le cuenta a su pareja que ha tenido una serie de  sueños eróticos con su mejor amigo, ¿para ser sincera y demostrar que su relación es muy especial?
¡NO!
Se lo cuenta para limpiar su conciencia. Le da igual la sinceridad. Si le importase pensaría en cómo va a mirar su pareja a partir de ahora a su amigo y cómo va a analizar cada gesto entre ellos.
Luego claro, como soy el sumum de la sinceridad, espero que nadie me reclame que le ha dolido lo que le dije, porque, ¡oye!, yo te dije la verdad, fui sincero contigo.
¿Para qué usamos la verdad realmente?
Depende.
Hay personas que la usan para decir realmente lo que piensan. 
En este grupo los hay que no tienen tacto y la sueltan como les viene. ¡Maaal!
No soporto a los que tienen un día sincero y empiezan a repartir sinceridad "dándoles por el culo" las formas. Estos son un grupo muy especialito; son los que se escudan en la siguiente frase: "es que yo soy así". Pero ya hablaré de esta especie en otro momento.
Para decir la verdad hay que, primero, saber decirla; es decir, hay que tener tacto. La verdad no se escupe, se cuenta.
Luego los hay que utilizan la verdad para hacer daño; para hacer daño de forma intencionada. Son los típicos "hijos de puta" que están a la espera de enterarse de algo de tu vida para soltártelo cuando menos te lo esperas; generalmente ese momento suele ser cuando a ti todo te va bien y al espécimen no.
Y después los hay que buscan el momento adecuado y las formas correctas para ser sinceros. Estos serían los que, a mi juicio, lo hacen de forma correcta. Ahora bien, cuando la persona con la que quieres sincerarte es una tozuda y solo ve lo que quiere ver, entonces hay que ser una mezcla del primer y segundo tipo; algo así como "es que soy así, un hijo de puta". En estos casos la verdad tiene que ser una hostia para que la otra persona reaccione.
Ahora vamos con la mentira. Ese acto con tan mala publicidad que es mentir.
Yo creo que una mentira a tiempo es mejor que la verdad absoluta. Las mentiras piadosas existen señores. Todos hemos contado alguna en nuestra vida, bueno, excepto los supersinceros, esos nunca mienten (¡JA!).
Lo bueno de los supersinceros es que como "siempre dicen la verdad" enseguida los pillas cuando mienten. Se ponen rojos como tomates y balbucean. Pobrecitos, no les enseñaron a mentir (¡JA!).
La mentira, de cuantas broncas nos libró en la infancia. "Yo no fui" es la primera mentira que contamos en nuestra vida.
Otras mentiras célebres son: no es lo que parece, empezó él/ella, yo solo veo los documentales de la 2, con que el coche me lleve y me traiga es suficiente, no es para tanto (cuando hace referencia a un hombre o una mujer muy atractivos), la salud es lo que importa, el dinero no compra la felicidad (pero ayuda un huevo), yo no sabía que mi marido estaba robando dinero, España va bien, la justicia es igual para todos, no soy celos@, podemos seguir siendo amigos, en esta empresa somos una familia...y un largo etcétera.
¿Cuándo usar la mentira? Pues para librarte de un daño mayor, para evitar sufrimiento a otros o para no lastimar con tu verdad.
La verdad y la mentira son el ying y el yang de las relaciones humanas. Son la parte positiva y negativa de nuestra vida; pero ¿cual es cual?

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