sábado, 25 de febrero de 2012

DESDE EL TRONO




Con pasos gigantes entró en la sala,
se dirigió al centro y se sentó.
Desde su trono, con sus ropas 
cayendo en cascada,
en silencio observó.
Con los ojos muy atentos y bien abiertos
contempló todo bajo sus pies.
Algo raro ocurría, había algo que no era como antes.
Ya no lo veían,
le daban la espalda,
no le hablaban.
Sorprendido y asustado
alzó su mano y cuatro de sus esbirros
ante sus pies se inclinaron.
"Acudid y luego contarme", les dijo.
Alzando sus largas plumas se dejaron caer planeando.
Horas, días y semanas tardaron.
"Y bien, ¿qué es lo que les ha pasado?"
"Lo siento, señor, se sienten defraudados."
Y reposando su enorme espalda en el respaldo de su trono,
se quedó pensando.

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