martes, 8 de mayo de 2012

DIOS TODOPODEROSO


"La incredulidad de Santo Tomás".
Caravaggio.
A estas alturas de la Historia sería absurdo creer que un dios creó el mundo con todos sus huéspedes.
Sería ridículo pensar que son ciertas las historias que se reflejan en escritos como únicas y verdaderas.
La mente del hombre, después de mucho trabajo y mucho olor a bruja quemada, ha sido capaz de encontrar la explicación a la mayoría de preguntas que antes se respondían con parábolas, cuentos y metáforas.
Después de miles de años de la supremacía de la fe ahora vivimos la rebelión del alma, que se burla de uno mismo ante la posibilidad, aunque sea remota, de la existencia de un ente superior.
Entre crédulos e incrédulos, yo me confieso creyente y no me avergüenzo de ello; aunque he de aclarar que mis creencias se limitan al plano espiritual y no al terrenal.
Por terrenal entiendo toda institución que se lucra o ríe, o ambas cosas, de los que muchas veces buscamos consuelo en un dios. Con esto no quiero demonizar -palabra muy adecuada dado el tema- a cada ser viviente que pertenezca a la versión terrenal de la fe, puesto que alguno habrá que se gane el cielo. Es una pena que por otros muchos, estos pocos se vean salpicados por el desprecio, asco y burla de los "indignados por la fe"; esas almas que no entienden palabras y ataques en ocasiones anacrónicos y que muchas veces a mi también me provocan arcadas.
En la mayoría de las ocasiones que rezo no busco un milagro, pues la experiencia me ha demostrado que parecen haberse agotado, sino que lo hago buscando calma.
 Busco un rincón en algún plano de este Universo infinito donde simplemente mis preocupaciones se escuchen y se tranquilicen mis nervios. 
¿Alguien las escucha? No lo se, pero los demás tampoco.
Muchas veces me pregunto qué pensará ese dios al ver el negocio que se ha montado sobre esa piedra que supuso el inicio de todo esto. ¿Estará arrepentido? ¿Satisfecho? ¿Orgulloso? Tal vez, ¿avergonzado? 
Yo si fuese él abandonaría, cerraría el chiringo. 
Tal vez ya lo hizo. Un día se le presentó al dueño del cotarro y le dijo: "Mira, ¡yo ya no puedo más! Esto se ha salido de madre y la estáis liando parda. O volvéis al redil y hacéis solo lo que yo os pedí o os quedáis solos."
El negocio es demasiado rentable; se quedaron solos.
¿A dónde se iría? ¿A dónde va un dios cuando sus fieles lo despiden? ¿Se creó un mundo nuevo y va a intentar no cometer los mismos errores con él? ¿Es solo un jubilado más con una pensión ridícula porque ser dios hoy día ya no cotiza suficiente?
Esté donde esté de retiro espiritual yo algún día tendré una conversación con él; antes o después de irme al infierno, me da igual, pero la voy a tener. 
Va a tener que aclararme una serie de cosas y explicarme otras muchas. 
Él y yo, solos y cara a cara. 

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