jueves, 24 de enero de 2013

ESA PRIMA MÍA, LA PUTA


¡Qué bonitos son los ideales!
Los sueños de ser grande y conseguir, a base de luchar, un futuro mejor, mas justo y digno.
¡Qué maravilloso es vivir en la inopia! 
Debe de ser muy dolorosa la ostia que te metes contra el suelo cuando caes de la burra. Cuando eres consciente de que tus ideales de un futuro perfecto y justo son una mierda si no tienes a alguien que te los unte.
Debe de doler el darte cuenta de que un asiento en el hemiciclo cuesta dinero. Las heridas provocadas por los fajos de billetes que te meten por los ojos deben de ser terribles. Y, ¿qué me decís de las manchas negras que dejan en las manos? Son difíciles de sacar; bueno, si compras un buen quitamanchas deben de salir bien, ¿no?
¡Ay, los ideales políticos! ¡Los sueños de poder!
Son como esa prima puta que todos sabemos que es puta porque se acuesta con todos, pero que en las comidas familiares siempre parece recatada y decente. Nos mira con ojos de inocente, pero todos sabemos que peca mucho y además lo hace bien y le gusta.
¡Ay, las primas! ¿Qué harían muchos sin ellas? ¿Con quién se acostarían?
¡Qué mal se vive de los ideales! Todo son ataques y desconfianza; al fin y al cabo, todo se hace por un buen fin. Todo se hace con la mejor intención. Por qué sino se va a aceptar un dinero que no es de uno...Siempre por un buen fin; aunque este solo sea el tener otra casa para descansar de vivir de los ideales.
 Volviendo a esa prima, la puta. ¡Cuántos hijos tiene que mantener! ¿verdad? Cuántas bocas que alimentar, cuántos frutos de acostarse con todo dios requieren cuidados, mimos, atenciones y regalos.
¡Ay, los hijos!
¡Oye! Que los hijos de puta también comen ¡eh!
Cuando menos te los esperas, ¡hasta rebañan en TU plato!




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