miércoles, 14 de diciembre de 2011

OPERACIÓN: "LOS REGALOS"



"Ya vienen los reyes, cargados de regalos..." ¡Y una mierda! En mi casa esos señores no ponían ni un solo pié dentro; claro que nunca les dejamos galletas ni nada para sus camellos...¡Oh no!
Bueno, pero lo interesante de la Navidad en mi casa eran las operaciones tácticamente perfectas y profundamente estudiadas que se llevaban a cabo para encontrar los regalos.
Lo primero que tiene que quedar claro en esta historia es que: la misión prevalecía sobre nuestra integridad. Esto es sobre el riesgo de que nuestros padres nos pillasen. Resumiendo: la misión es la misión.
Al mando de tal campaña solo podía estar una persona valiente, con arrojo, con una maña especial para sacar el celofán del papel de regalo sin romperlo y a la vez ser portadora de un súper oído capaz de identificar el contenido de un paquete con solo agitarlo.
Esa era mi hermana. Un retaco delgaducho, cuatro años mayor que yo, con mucho nervio en el cuerpo y con un ansia tan grande que no le permitía esperar a Navidad para ver los regalos.
Todo héroe necesita de un ayudante, alguien que guarde las espaldas de su compañero, que tenga calma ante las adversidades y que sepa guardan muy bien un secreto. Y aquí es donde entraba yo; una niña regordecha, cagona y que debía controlar dos cosas: que mis padres no nos pillasen y que "la heroína" no se cayese del armario.
En toda misión siempre existe un alto mando, que no va a la guerra, pero disfruta del botín. Sin lugar a dudas este era mi hermano. Un año mayor que mi hermana, sabía lo que hacíamos, no participaba y se llevaba la información; pero no se iba de la lengua, al fin y al cabo "la misión es la misión".
La táctica, cien por cien militar, consistía en...a ver cómo lo explico para que todos lo entendáis...cuando papá y mamá se iban de casa, mi hermana, sin previo aviso, se arrojaba como una desequilibrada a buscar los regalos por todos los rincones posibles de la casa. Si, creo que así os podéis hacer una idea de la operación.
Yo claro, qué podía hacer ante esa situación. Lo que hubiese hecho cualquiera en mi lugar; ir a ver si mi hermana encontraba alguno de mis regalos.
Las escenas más grotescas de la misión se podían ver en el "laberinto de los guardianes del botín" ( laberinto = habitación, guardianes = mis padres, botín = regalos, era para darle más sensación de superproducción). Al entrar en ella una vez, me encontré a mi hermana subida a la mesa de noche, con las manos sujetas a la parte de arriba del armario y con una pierna haciendo amago de intentar trepar por el mueble.
Y otra vez pregunto:¿qué se hace en esa situación? Pues nada, agudizar el oído para controlar si los pájaros vuelven al nido y esperar. ¡Esperar a ver el tamaño del siguiente paquete que encontraría mi hermana! Creo que junto con lo de esperar en la cola a que Doña Elvira me corrigiese los deberes, estos eran los momento de más tensión de mi infancia.
Si montábamos todo esto por los regalos de Navidad, no me quiero ni imaginar lo que haríamos por los de Reyes, ¡que son tres y con camellos! Ahora que caigo, ¡qué cabrones! Son más listos que Papá Noel...¡¿cuántos regalos aún hay escondidos en mi casa?!    

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

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